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Psicología y coaching: reflexión y acción? (01-09-2009)

Autor: Dr. Alejo García-Naveira
Coordinador Grupo Psicología del Deporte, Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Presidente Asociación Española de Psicología y Coaching Deportivo (AEPCODE).

Introducción
La  voracidad  del  mercado  nos  está  acostumbrando  al  incesante  vaivén  de prácticas,  procedimientos,  técnicas  o  términos  supuestamente  novedosos  y  de consecuencias  impactantes,  cuando  no  cuasi-milagrosas. Al mismo  tiempo,  como  por generación  espontánea,  vemos  cómo  surge  una  legión  de  “profesionales”  y  gurús empeñados  en  difundir  sus  bondades  a  través  de múltiples  (habitualmente  costosos  y lucrativos) cursos, conferencias o publicaciones diversas. Y, casi sin querer, nos damos cuenta de que hay una multitud de seguidores, ávidos de estar a la última, que acuden en tropel  y  de  forma  acrítica  a  la  última  tendencia,  aunque  eso  les  suponga  renegar  de aquello  que  una  vez  estudiaron  en  sus  universidades,  ya  sea  porque  buscan  un  atajo hacia aquella  formación  “superior” a  la que en  su día  no optaron o porque descubren que su verdadera vocación se centra en otra área de trabajo o porque desean una salida laboral bien remunerada, o quizá por un poco de todo.
 
Actualmente encontramos un buen ejemplo de ello en el coaching. Como suele ser  habitual,  la  terminología  denota  su  procedencia  anglosajona  y  la  preferencia  local por  mantenerla.  Pero  ¿qué  es  el  coaching?.  El  coaching  es  un  término  bastante novedoso  que  está  cogiendo  fuerza  en  España  y  en  gran  parte  del  mundo,  siendo múltiples las posibles definiciones. Algunos ejemplos son:  
  • Relación profesional continuada que ayuda a obtener resultados extraordinarios en  la vida, profesión, empresas o negocios de  las personas. Mediante el proceso de coaching, el cliente profundiza en su conocimiento, aumenta su rendimiento y mejora su calidad de vida (Federación Internacional de Coaching).
  • El Coaching se basa en  la capacidad de asistir al  individuo o a  los equipos para que  logren  sus  compromisos,  y  lo  hagan  mucho  más  allá  de  lo  que  parecía previamente posible (James Selman).
  • Es  el  arte  de  hacer  preguntas  para  ayudar  a  otras  personas  a  través  del aprendizaje en  la exploración y descubrimiento de nuevas creencias que  tienen como resultado el logro de los objetivos (Escuela Europea de Coaching). 
A  juzgar  por  la  diversidad  de  planteamientos  existentes,  de  expertos  y organizaciones que lo definen y promueven, más bien parecería un “cajón de sastre” en el  que  tiene  cabida  todo  aquello  que,  supuestamente,  favorece  el  desarrollo  de  las personas. Pero esto último, como por desgracia ya sabemos, supone un excelente caldo de  cultivo  para  la  aplicación  de  todo  tipo  de  (pseudo)ciencias,  (pseudo)teorías, actividades y recursos varios orientados a influir en los demás con fines diversos. 
 
A grandes rasgos, el coaching es un proceso no directivo de  influencia entre un coach (“profesional”) y un coachee (cliente). En consecuencia es un  tipo de  liderazgo, habitualmente individual, aunque también se puede dirigir a grupos o equipos. El coach, como  líder,  crea  condiciones,  favorece  procesos  introspectivos  de  “darse  cuenta”,  de aprendizaje, dirigidos a modificar, en definitiva, cogniciones, emociones y conductas de los  coachees  para  que  mejoren  personal  y  profesionalmente.  Puede  hacerlo  de  una manera  más  directa,  al  estilo  tradicional  de  los  entrenadores  deportivos,  o  indirecta, como un mero facilitador a partir de una intervención basada en un diálogo socrático (o “conversaciones transformadoras”). Dicho esto como forma simplificada de referirnos a una  realidad caótica como viene  siendo  la del coaching,  reflejada en  los  innumerables profesionales, empresas, cursos de formación y organismos certificadores que pretenden vendernos su propia versión del asunto para adquirir cuota de mercado y desmarcarse de los competidores. 
 
Psicología y coaching
 
Al igual que otras modas de gestión, el coaching se vende como algo “práctico”, algo “que  funciona”, ajeno al mundo de “lo  teórico”;  sin embargo, como ocurre en  la mayoría  de  los  casos,  esto  es  falso. De  un modo  u  otro, más  o menos  elaborado,  se recurre  a  dar  un  barniz  teórico  que  permita  fundamentar  la  técnica  y,  supuestamente, diferenciarla de otras formas de  intervención, siendo  la Programación Neurolingüística y  la  Ontología  del  Lenguaje  algunos  de  los  enfoques  teóricos  recurrentes.  Enfoques cuestionables  en  el  mejor  de  los  casos  y  para  los  que  existen  alternativas  más contrastadas en nuestra disciplina. Y, sin embargo, gran cantidad de quienes practican, promueven  y  defienden  el  coaching  se  afanan  en  desmarcarse  y  desmarcarlo  de  la Psicología. ¿Podemos aplicar aquí aquello de “excusa no pedida, acusación manifiesta”?
A juzgar por los argumentos que esgrimen, parece que sí. A saber:

-  “Los  orígenes  del  coaching  se  sitúan  en  diferentes  áreas  del  conocimiento humano”, tales como  la Física Cuántica (David Bohm, Fritiof Capra), Filosofía (Sócrates,  Heidegger, Wittgestein,  Nietzsche),  Biología  (Humberto Maturana, Francisco  Varela),  Lingüística  (John  Austin),  Management  Moderno  (Peter Senge,  Stephen  Covey)  y  Psicología  (Fritz  Pearls,  Carls  Rogers,  Paul Watzlavick), aunque el  término como  tal, proviene del ámbito deportivo. Pues bien,  habría  que  diferenciar  al  respecto  entre  ámbitos  en  los  que “aparentemente”  se  ha  originado  y  la  autodeterminación  como  área independiente debido a que  no hay  una única  fuente de conocimiento. En este sentido, es obvio decir  también que no  todas  las  teorías o  técnicas psicológicas han  sido  desarrolladas  por  psicólogos  (por  ejemplo,  el  médico  y  neurólogo austríaco  Sigmund  Freud  es  el  creador  de  la  teoría  Psicoanalítica)  y  que  la
historia a veces es de quien la escribe.
 
-  “No  se  dice  al  cliente  lo  que  tiene  que  hacer”:  tampoco  esto  es  propio  y definitorio de  la Psicología en su conjunto; depende del enfoque que se adopte. Como sabemos,  los hay más y menos directivos, destacando entre estos últimos el enfoque Humanista.

-  “No  se  buscan  ni  analizan  causas  del  pasado;  se  centra  en  el  futuro”: igualmente,  esto  depende  del  enfoque  psicológico  que  se  adopte;  tampoco  el enfoque  Cognitivo-Conductual  o  el  propio  enfoque  Humanista  se  centran  en buscar causas del remoto pasado del individuo.

-  “No  es  terapia”:  tampoco  lo  es  parte  del  ejercicio  de  la  Psicología,  por importante que aquella  lo sea. Por si no  lo supiéramos ya, basta con remitirse a la publicación del COP  sobre  “Perfiles profesionales del psicólogo”: ¿acaso es función principal del psicólogo/a hacer terapia en Psicología del Trabajo y de las Organizaciones,  en  Psicología  de  la  Actividad  Física  y  del  Deporte,  en Psicología de  la Educación, en Psicología Jurídica, en Psicología del Tráfico  y de la Seguridad Vial…?

-  “Se  desarrolla  un  número  limitado  de  sesiones,  habitualmente  pactado”:  de nuevo  parece  estar  pensándose  exclusivamente  en  que  la  Psicología  es Psicoanálisis,  con  un  elevado  número  de  sesiones.  Sabemos,  igualmente,  que otras perspectivas siguen un número mucho más reducido de sesiones: enfoque Cognitivo-Conductual, Terapia Breve, etc. -  “El  coaching  es  más  flexible,  permitiendo  el  uso  del  teléfono,  el  e-mail,  las videoconferencias, etc.”: no es nuevo en Psicología atender al cliente a través de medios  alternativos  a  los  ya  habituales  (despacho).  Si  necesitas  un  consejo  o apoyo, si te encuentras lejos o no tienes tiempo o necesitas hablar, hay empresas que  se  dedican  a  ofrecer  este  servicio  (p.ej.,  Servicio  de  atención  Psicológica Personalizada-SAPP-).  Las  nuevas  tecnologías  se  han  integrado  en prácticamente todas las áreas profesionales de la sociedad y, en consecuencia, no
benefician ni validan exclusivamente al coaching.

-  “El coach es un  igual, a diferencia del psicólogo, que es un experto”:  sólo un acto de extrema ingenuidad (si no de aviesa intención) permitiría hacer este tipo de  afirmación.  Las  sesiones  que mantienen  coach  y  coachee  no  dejan  de  ser situaciones sociales en  las que el primero  influye sobre el segundo (comoquiera que lo haga), de ahí que sea considerada una forma de liderazgo; y un líder no es “igual” que un seguidor, tiene diferente estatus en dicha situación, es quien lleva las  riendas de  la misma,  tal como  se supone que debe  hacer un coach con  sus
preguntas. Pero, por si no bastara con recurrir a estas mínimas nociones básicas de Psicología Social, conviene recordar que el coach pertenece habitualmente a una  organización  con  ánimo  de  lucro  que  vende  su  “experiencia  y profesionalidad” en esto del coaching y, en todo caso, el coach cobra por sesión (en ocasiones hasta cuatro o cinco veces lo que se cobra en una sesión de terapia habitual)  y por  los  “servicios prestados”. De hecho, en  la propia definición de coaching  que da la Internacional Coach Federation, se habla de una “… relación
profesional  continuada…” Bajo  estas  circunstancias,  resulta  cuando menos  un sarcasmo considerar al coach como un “igual”.
 
Pero  la  visión  excluyente  que  se  promueve  desde  estos  sectores  parece  estar “cogida con alfileres”. Ninguno de estos “argumentos” es suficiente para diferenciar  la Psicología  del  coaching.  Por  no  hablar  del  hecho  en  sí  de  que  comparar  el  coaching (una  herramienta  o  filosofía  de  desarrollo)  con  la  Psicología  (una  profesión  en  toda regla,  con multitud  de  conocimientos  y  recursos  de  intervención  en múltiples  áreas), esto es, el hecho de ponerlos al mismo nivel, no deja de ser un brindis al sol.
 
En todo caso, el por qué de este  interés diferenciador puede obedecer a factores diversos: bien a un desconocimiento absoluto de lo que es la Psicología o a una imagen totalmente  distorsionada  de  la  misma,  bien  a  intereses  puramente  comerciales,  o  a ambos a  la vez. Lo cierto es que, de una manera u otra, la  imagen de  la Psicología está una vez más en  juego. No sólo aparece de nuevo el  fantasma del  intrusismo, sino que expertos  y  organizaciones  con  prestigio  adquirido  en  ámbitos  de  relieve  se  permiten hablar de  lo que  la Psicología es y no es, presentándola a  los profanos como  lo que era hace un  siglo. Así,  en  resumidas  cuentas, el coaching acaba por mostrarse como algo moderno, positivo, con alta validez aparente y orientado al futuro, frente a la Psicología, asociada exclusivamente a problemas o trastornos personales, centrada en  lo negativo y orientada al pasado. A partir de aquí, es obvio que contar con los servicios de un coach conllevaría una mayor deseabilidad social que contar con los de un psicólogo.
 
Por si esto no fuera suficiente, si acudimos a  la web de  la Internacional Coach Federation  (ICF),  organismo  implicado  en  la  “certificación”  de  coaches  y  de (auto)reconocida  relevancia en el  sector, encontramos  información y afirmaciones que no  hacen  sino  contradecir  su  énfasis  diferenciador  a  poco  que  escudriñemos  su contenido. A saber:
 
-  A la hora de ejercer el coaching:
o  “… es posible  incorporar al coaching  toda una variedad de conceptos, modelos  y  principios  extraídos  de  las  ciencias  del  comportamiento…”. Cierto,  pero  no  sólo  es  posible,  sino  imprescindible  para  ejercerlo  con toda garantía. Sin embargo, ¿puede incorporarlos cualquiera o sólo quien ha  recibido  la  formación  necesaria, completa  y,  sobre  todo, actualizada
en ciencias del comportamiento?.

o  “El  coach  puede  aportar  recursos  adicionales  en  forma  de… evaluaciones o modelos para ayudar al  individuo en su pensamientos y acciones”.  “Las  evaluaciones  proporcionan  información  objetiva  que puede mejorar  la conciencia  sobre uno mismo y  sobre  los demás y  sus circunstancias,  ofrece  un  punto  de  referencia  para  crear  objetivos  y estrategias viables de coaching y proporciona un método para evaluar el proceso”.  Es  decir,  el  coach  evalúa  y  fomenta  la  evaluación  y  auto-observación, influye en cognición y conducta.

o  “El coaching incorpora un enfoque apreciativo que se basa en lo que es correcto,  lo que  funciona,  lo que es deseado y  lo que es necesario para conseguirlo.  Permite  al  coach  modelar  capacidades  y  métodos  de comunicación constructivos que puede utilizar  el  individuo o el equipo para  mejorar  la  eficacia  de  su  comunicación  personal”.  Es  decir,  se otorga al coach  la posibilidad de  influir en  las capacidades del  individuo y en  sus  habilidades de comunicación,  se entiende que a partir de unos objetivos y deseos por parte del individuo y recurriendo a conocimientos validados  empíricamente  de  las  señaladas  ciencias  del  comportamiento (que se  supone que es de donde se deriva “lo que es correcto”, “lo que funciona”).

o  Establecen  una duración media  del  proceso  entre  3  y  6 meses,  aunque puede ser mayor en función de las necesidades. ¿Qué hay de distinto en esto respecto a determinadas formas de intervención psicológica?.

-  Entre  las ventajas que destaca  la  ICF del coaching están mejorar  la capacidad de  reflexión  y  toma  de  decisiones,  la  eficacia  personal  e  interpersonal,  la satisfacción personal en la vida y en el trabajo… Se refieren, en definitiva, a  la mejora de habilidades cognitivas (cabe referirse aquí, por ejemplo, a “enseñar a pensar” y “resolución de problemas”) y sociales  (relaciones  interpersonales), el cambio de actitudes, etc.

-  Entre  las  razones  por  las  que,  según  la  ICF,  una  persona  acude  a  un  coach destacan  la carencia de conocimientos, capacidades, confianza o  recursos;  las relaciones ineficaces; problemas derivados del éxito; la necesidad de identificar los puntos fuertes personales. ¿No son éstos motivos frecuentes de  intervención por parte de los psicólogos en áreas diversas: clínica, trabajo, deporte…?

-  Un último apunte para  no alargar más  la cuestión. La  ICF  considera, entre  las medidas del éxito del coaching, los cambios de conciencia del individuo sobre sí mismo y sobre los demás, los cambios de mentalidad y los cambios emocionales que  conduzcan  a  mejorar  su  confianza.  Es  decir,  cambios  cognitivos  y emocionales,  habituales  entre  los  resultados  de  una  intervención  psicológica cualquiera que sea el ámbito. 
 
Pretender que todo esto no tiene nada que ver con la Psicología o que se produce de manera  aislada  e  independiente  de  cualquier  otro  tipo  de  variable  psicológica  del individuo es cuanto menos sorprendente. Lo mismo que pretender que el coach no está haciendo nada relacionado ni de  lejos con  la Psicología, o que hay un  límite diáfano e infranqueable entre ésta y el coaching  y que, además,  los “no psicólogos”  lo  respetan escrupulosamente, derivando al psicólogo aquellos casos en que detectan un problema psicológico  (¿qué  detectan,  cómo  lo  hacen,  están  capacitados  para  calificar  de “problema psicológico” según qué cosas piense, sienta o haga el cliente?). No hace falta esforzarse  mucho  para  encontrar  referencias  en  nuestra  disciplina  que  puntualizan  o contradicen la batería de razonamientos de quienes defienden la tesis diferenciadora:

-  Frente a  las afirmaciones de que el  coaching, a  diferencia de  la Psicología,  se centra en el futuro, en lo consciente y en la brevedad, decir que, por ejemplo, las intervenciones basadas en Modificación de Conducta ni se centran en el pasado, ni en el inconsciente, ni suponen años de dependencia. Tampoco otros enfoques.
-  Frente  a  la  importancia  dada  a  las  creencias,  a  los  “modelos  mentales”  y  su incidencia  en  las  emociones  y  la  conducta,  son muchas  las  referencias  que  se pueden aportar tanto desde la teoría social cognitiva en general, como desde  los trabajos más específicos de Rotter sobre el  locus de control, de Kelly sobre  los constructos  personales,  de  Dweck  sobre  las  llamadas  “teorías  implícitas”,  de Bandura  sobre  la  autoeficacia  o  de  Ellis  sobre  las  creencias racionales/irracionales, entre otras.
-  Frente a  la  idea de desarrollo y bienestar (llámense como se  llamen) personal y profesional que pretenden ser el principal objetivo del coaching, ambos no dejan de  ser  propios  de  un  amplio  conjunto  de  intervenciones  psicológicas  en múltiples  áreas  o  ámbitos  de  aplicación.  Entre  sus  antecedentes  clásicos  no podemos  olvidarnos,  entre  otros,  del  concepto  de  autorrealización  de Maslow, proceso a  través del cual  la gente se esfuerza en aprender, crear y  trabajar para alcanzar su mayor potencialidad.
-  Frente  a  la  exclusividad  que  se  auto-atribuyen  del método  utilizado,  decir  que tampoco es novedoso ni exclusivo. El diálogo o debate socrático juega un papel destacado  en  la Terapia Racional Emotivo-Conductual  de Albert Ellis,  por  no hablar de las importantes coincidencias que tienen a nivel conceptual (énfasis en las creencias, visión constructivista, empatía…), aunque ésta ofrece una  técnica más eficaz para modificar  las creencias. O  las obvias similitudes con el enfoque Humanista  de  Carl  Rogers:  por  ejemplo,  la  consideración  del  cliente  como
alguien con potencial para desarrollarse a partir de sus propios recursos siempre y  cuando  se  generen  las  condiciones  adecuadas;  o  el  concepto  de  “aceptación positiva incondicional”, que enfatiza la comprensión empática y la aceptación de sentimientos, y permite que  sea el cliente quien  dirija  la entrevista mientras el profesional intenta reflejar y aclarar los pensamientos y sentimientos que surgen. O bien  las coincidencias con  la Terapia Breve de  la escuela de Palo Alto o  losprogramas de “enseñar a pensar” y “enseñar a aprender”, por citar sólo algunas.
Aplicaciones  todas  ellas  que,  en  el  mejor  de  los  casos,  cuentan  con  más  de medio siglo de vida.
 
Discusión

En fin, no cabe aquí extenderse mucho más sobre el asunto. Mencionar, eso sí, la necesidad  de  hacer  también  algo  de  autocrítica  respecto  a  qué  estamos  haciendo  (o dejando de hacer) como psicólogos que, directa o  indirectamente, está contribuyendo a favorecer este tipo de situaciones. Ciertamente, poner puertas al campo es difícil aunque necesario. El  incesante aumento de “expertos” en comportamiento humano  (dentro de poco  tiempo  habrá más  coaches  que  psicólogos)  que  intervienen  por  doquier  (ámbito empresarial,  de  la  salud,  del  deporte,  etc.)  parece  un  fenómeno  casi  imparable, principalmente  desde  el  “todo  vale”  (¿se  imaginan  que  en  una  ciudad  cada  vehículo circulara  con  sus  propias  leyes  de  tráfico?).  Pero  lo  cierto  es  que  vemos  reducido  el acceso  a  espacios  profesionales  para  los  que  hemos  recibido  formación  “de  serie”,  lo cual  es  especialmente  grave  para  las  nuevas  promociones  de  recién  licenciados. Contamos  con  conocimientos,  herramientas  y  recursos  suficientes  para  abordar  estos tipos de  intervención, aunque quizá en demasiadas ocasiones no ocupamos el  lugar que
nos corresponde. Probablemente, contribuya a ello  la  idea de una  interdisciplinariedad mal entendida: considerar que todo el mundo puede y sabe hacer de todo y que todo lo que  se  haga  es  igualmente  válido  y  respetable  vs.  realizar  una  acción  combinada, interactiva,  integrada  desde  distintas  especialidades  profesionales,  cada  una  de  las cuales  aportando  y  aplicando  los  conocimientos  propios  de  su  especialidad  que  no aportan otros. 
 
En  definitiva,  volviendo  al  tema  que  nos  ocupa,  como  posibles  reflexiones  y acciones: 
 
  • El  coaching  es  una  herramienta  útil  y  eficaz  para  eso  tan  amplio  y  ambiguo como  es  “el  desarrollo  personal  y  profesional”. Es  una  técnica  psicológica  no directiva (conversaciones eficaces) que actúa sobre las emociones, cogniciones y comportamientos del cliente.
  • El profesional mejor capacitado para realizar coaching es el psicólogo formado específicamente para ello. Por  tanto, se  recomienda  la  formación del psicólogo en coaching,  tanto como herramienta de  trabajo como en defensa a  la demanda del mercado laboral, acaparado a día de hoy por personas que no son psicólogos.
  • Probablemente,  nos  encontremos  en  un  período  de  integración  más  que  de exclusión  en  Psicología.  La  asignatura  de  coaching,  podría  complementar  la formación de los alumnos de Licenciaturas, Masters y Doctorados en Psicología. 
  • La mejor formación es la impartida por psicólogos expertos en coaching, ya que son los mejores preparados para formar y asesorar a los futuros profesionales.
  • También  es  importante  la  formación  de  otros  profesionales  en  el  manejo  del coaching como  técnica de  liderazgo (p.ej., para el entrenador al gestionar a sus deportistas). En este caso, la persona es profesional por su puesto de trabajo y no por  la  utilización  del  coaching.  Por  tanto,  el  coaching  sería  una  competencia aprendida para desarrollar su puesto de trabajo.
  • Que  del  manejo  experto  de  una  técnica  o  desarrollo  se  haya  generado  una profesión,  ya  es  algo  más  que  discutible;  ¿podría  surgir  la  profesión  de reestructurador  cognitivo  a  partir  del  uso  experto,  intensivo  y  exclusivo  que alguien hiciera de la reestructuración cognitiva como una técnica?. 
  • Que el coaching no es Psicología y no se tiene que regular (legislar), es algo que genera mucho más que una duda razonable. 
 
Referencias:

García-Naveira, A. (2008). El coaching psicológico: una herramienta de trabajo para  los  psicólogos  del  deporte.  Primer  Encuentro  Internacional  de  Psicología  del Deporte Aplicada al Fútbol, Costa Rica, Septiembre (en papel).

Haneberg, L. (2006). Fundamentos del coaching. Barcelona: Ediciones Gestion 2000.

Kourilsky, F. (2005). Coaching: cambio en las organizaciones. Madrid: Ediciones Pirámides.

Leibling, M. y Prior, R. (2004). Coaching: paso a paso. Barcelona: Ediciones Gestion 2000.
 
Miedaner, T. (2002). Coaching para el éxito. Barcelona: Ediciones Urano, S.A.
 
Fuentes electrónicas:
 
Asociación Española de Psicología y Coaching Deportivo (AEPCODE): http://www.aepcode.es (Consulta: 20/09/2009).
 
Escuela Europea de Coaching (EEC): http://www.escuelacoaching.com (Consulta:  20/09/2009).
 
Federación Internacional de Coaching (ICF): http://www.coachfederation.org  (Consulta: 20/09/2009).
 
Jamen Selman: http://www.paracomm.com/bio.html (Consulta: 20/09/2009).
 
Perfiles profesionales del psicólogo: http://www.cop.es/perfiles (Consulta: 20/09/2009).
 
Servicio de Atención Psicológica Personalizada (SAPP): http://www.psicotelefono.com  (Consulta: 20/09/2009).
 
Agradecimientos  a  el  Dr.  D.  Miguel  García  Sainz,  profesor  de  la  Universidad Complutense de Madrid, por la colaboración en el desarrollo del presente artículo, y por la defensa de los intereses de la Psicología y los derechos de las personas (clientes).
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21 de Octubre de 2017 (Madrid)
Especial Psicólogos: IX Edición del curso Experto en Intervención Psicológica y Coaching Deportivo. (Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid).

Octubre de 2016 (Madrid)
Especial Psicólogos: VIII Edición del Curso de Experto en Psicología y Coaching Deportivo. (Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid).

1 de Septiembre de 2015 (Santiago de Chile)
Especial Psicólogos: II Edición del Curso de Psicólogo Experto en Coaching Deportivo. (AEPCODE/ INAF).

1 de Septiembre de 2015 (Santiago de Chile)
Especial Técnicos Deportivos: Nivel 1 del Curso de Liderazgo y Coaching Deportivo. (INAF/ AEPCODE).